Me dispongo y me sereno
Me sitúo, me pongo en presencia del Señor, que está aquí realmente presente con su Cuerpo, con su Sangre, con su Alma, con su Divinidad, en Santísimo Sacramento de la Eucaristía. Hago un firme acto de fe en que Él está aquí, que me ve, que me escucha. Me pongo bajo la mirada de Dios, que me ama, y estoy atento a su presencia y a lo que él me quiere decir en este momento de oración. Invoco al Espíritu Santo, y pido la intercesión de la Virgen María.
Hago mía la intención hoy
Por todos los laicos, hombres y mujeres que contribuyen a la santificación del mundo desde dentro de la familia, del trabajo, del estudio, de la profesión, de la vida pública y social mediante el testimonio de su vida, de su fe, esperanza y caridad.
Acompasar
Salmo 26: Confianza en el Señor.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?
Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.
Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo.
Él me protegerá en su tienda
el día del peligro,
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca.
Acojo la Palabra de Dios, que Él dirige para mí
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.» (Mt 5, 13-18).
O bien:
«¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta.» (Lc 13, 20-21).
Medito en silencio
Presento mi oración de Intercesión
- — Por nuestras comunidades cristianas, para que sean fermento de nuevas vocaciones viviendo coherentemente el Evangelio. Te pido…
- — Por los movimientos y asociaciones laicales de la Iglesia, atentos a las necesidades de las personas, para que todos los laicos que las forman dediquen su persona, su tiempo y su formación a la extensión del Evangelio y su justica. Te pido…
- — Por las familias, para que desde su vocación al amor y fidelidad matrimonial no tengan miedo de educar cristianamente a sus hijos, y con su ejemplo les ayuden a discernir y madurar su propia vocación. Te pido…
- — Por nuestros mayores, enfermos y abandonados, los que no tienen trabajo, por los que viven angustiados, para que encuentren sacerdotes, consagrados y laicos que les escuchen, acompañen, cuiden y muestren la misericordia del Padre. Te pido…
- — Por todos los hombres y mujeres que en nuestra sociedad viven al margen de la fe, para que busquen con sinceridad y sepan encontrar en Cristo al Señor de la vida y la esperanza. Te pido…
Como Tú me enseñaste, me atrevo a decir
Padrenuestro.
Termino con esta oración
Oh, Dios, que pusiste como fermento en el mundo la fuerza del Evangelio, concede a tus fieles llamados a vivir en medio de la familia, el estudio, el trabajo, la profesión y la vida pública y social, para que, encendidos de espíritu cristiano, se entreguen de tal modo a su tarea en el mundo que con su compromiso construyan y proclamen tu Reino y su justicia. Amén.
O bien:
Jesucristo, eres mi amigo y mi Señor; sé que me amas, ¿a qué me llamas?