Señor Arzobispo de Santiago
Señor Cardenal presidente de la CEE (Conferencia Episcopal Española) y demás hermanos en el episcopado
Señor Presidente de la Xunta de Galicia,
Señor Alcalde del Ayuntamiento de Santiago de Compostela
Queridos hermanos y hermanas en la humanidad y en la fe
Queridos jóvenes
Agradezco ante todo a Mons. Julián Barrio Barrio, Arzobispo de Santiago, así como al Señor Presidente de la Xunta de Galicia y al Señor Alcalde del Ayuntamiento de Santiago, las amables palabras que me acaban de dirigir como Enviado Especial del Papa Francisco y a las que con gusto correspondo, saludando a todos los presentes con afecto fraternal y agradeciéndoles también su honorable presencia.
He visitado y peregrinado a Santiago ya en varias ocasiones. Esta vez, vengo como peregrino a la Casa del Señor Santiago en este Año Santo Compostelano con la misión particular de ser Enviado Especial del Santo Padre. Reflexionando sobre mi peregrinación, me vino a la mente un breve pero hermoso poema de una poetisa portuguesa, Sophia de Melo Breyner. Suena muy bien en portugués y pido permiso para decirlo en el idioma original:
A São Tiago não irei como turista.
Irei – se puder – como peregrino.
Tocarei a pedra e rezarei
Os padre-nossos da conta como um campesino.[1]
Debo confesar que esta vez me emocionó profundamente. Sus imágenes (“Tocaré la piedra y rezaré los padrenuestros de las cuentas del Rosario”) me provocaron dos sentimientos.
“Tocar la piedra” me hace sentir unido espiritualmente a la larga fila de hombres y mujeres que a lo largo de los siglos llegaron a Compostela, desde diferentes partes de Europa y del mundo, para abrazar al Apóstol y experimentar su testimonio de fe. Me complace mencionar a un personaje histórico, la Reina Santa Isabel de Portugal, que peregrinó aquí en 1325 (mil trescientos veinticinco), tras la muerte de su esposo, el Rey Don Dinis, y dejó su corona real como ofrenda al santo Apóstol.
Por otro lado, “rezar los Padrenuestros de las cuentas del Rosario como un campesino” me hace sentir unido y solidario con la Iglesia y toda la humanidad, en este momento crítico de la historia, para confiar sus dramas, angustias y preocupaciones, necesidades y anhelos, a la intercesión del Apóstol.
Pero hoy no puedo silenciar mi particular emoción y alegría por peregrinar a la Casa del Señor Santiago como Enviado Especial de nuestro querido Papa Francisco, para presidir la Clausura de la Peregrinación Europea de Jóvenes.
Vengo, pues, a encontrarme con los jóvenes católicos de Europa: para llevarles el saludo, el afecto y la bendición del Santo Padre; para avivar las energías espirituales de los jóvenes y fortalecerme con ellos; para proclamar la palabra de Jesucristo escogida como lema de esta Peregrinación europea de Jóvenes: “Levántate y sé testigo, siguiendo el testimonio del Apóstol Santiago que te espera”.
Esta peregrinación adquiere un significado excepcional en el contexto histórico actual, pues está enmarcada por dos escenarios relevantes y desafiantes. El escenario eclesial, de una Iglesia en camino sinodal, llamada a una reforma evangélica y al descubrimiento de nuevos caminos, métodos y medios y de nuevos lenguajes para el anuncio del Evangelio a un mundo nuevo en ebullición.
A esto se suma el escenario mundial actual, que vive el drama de la postpandemia y la guerra a las puertas de Europa con impredecibles consecuencias globales, especialmente para los más pobres, a nivel político, económico, social y ecológico. El mundo no es ni será el mismo que antes de la pandemia y la guerra en Europa, una realidad que nos parecería imposible e intolerable. Pero el orgullo y la ambición del hombre no cesa de sorprendernos, aunque la voluntad de algunos ponga en peligro el presente y el futuro de toda la humanidad.
Por eso, queridos jóvenes, esta peregrinación es un momento privilegiado de encuentro, desde el cual podéis enviar una señal clara: los jóvenes, que somos el presente y el futuro de la Iglesia y del mundo, queremos la paz, deseamos la paz y haremos todo lo posible para trabajar por ella.
Podemos decir todos juntos, en voz alta, para que nos oigan: hemos venido a Compostela a encontrarnos, a compartir nuestra fe, pero también unidos por un mismo propósito: queremos ser constructores de paz. Unidos por la misma fe, por la misma solidaridad y por la misma responsabilidad, queremos ser constructores de un mundo sin guerras, sin odios, sin discriminaciones raciales, un mundo fraterno, donde nadie se quede atrás.
Queridos jóvenes, cuán ciertas son las palabras de nuestro querido Papa: “Si los jóvenes no son los protagonistas de la historia, estamos acabados”. Y se justifica: “Porque son el presente y el futuro. Los necesitamos porque son ellos los que tienen que proponer la salvación a las políticas universales”. Así, esta peregrinación será también un signo de esperanza de un mundo mejor, de que es posible una nueva humanidad.
Además, esta peregrinación europea corresponde, de manera particular, a la tradición y vocación de esta noble ciudad de Santiago de Compostela, que a lo largo de los siglos se ha convertido en un centro de atracción y convergencia para Europa. A ella acuden, por tantos caminos, innumerables masas de peregrinos de diferentes pueblos que aquí se encuentran, movidos por la devoción al Apóstol y por la espiritualidad del camino; un fenómeno maravilloso que contribuyó a la unidad de Europa, como dijo Goethe: “Europa nació de la peregrinación y su lengua materna es el cristianismo”.
Por tanto, me alegro y felicito a la querida Archidiócesis y a la hermosa ciudad de Santiago de Compostela que, en estos días, además de ser la capital de Galicia, se ha convertido en capital espiritual de los jóvenes europeos, cruce de encuentro y escuela de universalidad y fraternidad.
Por último, no puedo dejar de recordar que, dentro de un año, en la primera semana de agosto, se celebrará la JMJ 2023 (Jornada Mundial de la Juventud de dos mil veintitrés) en Lisboa. La peregrinación de los jóvenes europeos a Santiago es ya una etapa en el camino hacia Lisboa. Aquí quiero reiterar la invitación a los jóvenes de Galicia, de España y de toda Europa en nombre de nuestro querido Papa Francisco. A partir de ahora, tenemos una cita en Lisboa. ¡Allí os esperamos, de corazón y con los brazos abiertos!
¡Que Dios nos bendiga siempre! ¡Que nos acompañe el Apóstol Santiago! ¡A María, Virgen Peregrina y Nuestra Señora del Camino, ¡encomendamos este encuentro con la juventud europea! ¡Muchas gracias!
† Cardenal António Marto
[1] A Santiago, no iré como turista/ Iré, si puedo, como peregrino/ Tocaré la piedra y rezaré/ Los padrenuestros de las cuentas del Rosario como un campesino.