Emmo. y Revdmo. Sr. Cardenal Enviado Especial de Su Santidad Francisco
Miembros de la Delegación Pontificia
Sr. Presidente de la Conferencia Episcopal Española
Sr. Nuncio, Sres. Arzobispos y Obispos
Sr. Presidente da Xunta de Galicia, Sr. Alcalde
Miembros del Cabildo Metropolitano
Jóvenes
Hermanos y hermanas en el Señor
Eminencia Revdma. Mons. Antonio Marto: En nombre de todos los que formamos esta Iglesia particular de Santiago de Compostela, con la presencia de los Sres. Cardenal, Nuncio, Arzobispos, Obispos, sacerdotes, miembros de Vida Consagrada y jóvenes de las iglesias particulares de España y de Europa, reciba nuestra cordial bienvenida y afectuosa hospitalidad. Su presencia, como Enviado Especial de Su Santidad, Francisco, para este Encuentro Europeo de Jóvenes nos llena de alegría. Con filial afecto renovamos nuestra fidelidad al Sucesor de Pedro a través de su Enviado. Bienvenido sea a esta Iglesia particular, a esta Ciudad del Apóstol que de manera especial en este Año Santo está recogiendo el latir espiritual de tantos peregrinos como también, en estos días, las inquietudes y esperanzas de los jóvenes de la Peregrinación Europea.
Se une, Emmo. Sr. Cardenal, a tantas personas que han salido de su tierra con la conciencia de que el Apóstol Santiago les espera en este Año de la Gran Perdonanza. Acogemos a Vuestra Eminencia y a los miembros de la Misión Pontificia en la caridad como los discípulos de Emaús acogieron a Jesús después de haber caminado en su compañía. “No pueden ser ajenos a la caridad aquellos con quienes camina la verdad”.
La celebración de este Encuentro Europeo de Jóvenes es una gracia de Dios y un compromiso que nos permite asomarnos al horizonte esperanzador de la que queremos sea la nueva Europa del Espíritu peregrinando con el mensaje del Evangelio. Esta Iglesia particular de Santiago de Compostela siente la gozosa responsabilidad de que, al decir de Dante en el canto del Paraíso, aquí resuene la esperanza en todos los jóvenes para los que el Santo Padre es siempre una referencia iluminadora. La fe joven nos lleva a mirar con esperanza la realidad de esta nueva Europa del espíritu sin fronteras en la que la paz sea su don y tarea, y Santiago sea su capital espiritual, según expresión de San Juan Pablo II. “En paz y armonía las pequeñas cosa crecen, en desarmonía las grandes decaen”.
“En Santiago, ciudad en el extremo occidental de Europa, según el Papa Francisco, confluye todo el Continente. En ella se encuentran el centro y la periferia. Es por tanto un lugar altamente simbólico para redescubrir la gran riqueza de Europa unida en su tradición religiosa y cultural y por eso tan distinta de tantas peculiaridades que constituyen su riqueza”. Aquí, en este lugar privilegiado, Jerusalén de Occidente llamada otrora, meta de peregrinación mediante la cual el alma se sosiega mediante la gracia del perdón, estamos viviendo este acontecimiento eclesial fieles a la verdad de Cristo con la preocupación de ir creciendo día a día en la caridad para forjar un nuevo modo de vivir propio de los cristianos en la verdadera libertad y fraternidad, en medio del pluralismo cultural de nuestros tiempos. Sabemos que la verdad no se impone sino por la fuerza misma de la verdad, que penetra con suavidad y firmeza a la vez en las almas (Declaración Dignitatis Humanae, 1), y que la auténtica verdad es la que obra por la caridad. “Quien pensó lo más hondo, ama lo más vivo, y quien quiera percibir lo invisible con el corazón ha de observar lo visible” (Hölderlin).
Que el apóstol Santiago y nuestra madre, Santa María, la Virgen Peregrina, a quienes hemos encomendado desde el primer momento los frutos espirituales y apostólicos de esta Peregrinación europea de Jóvenes, intercedan por nosotros. Bienvenido a esta Iglesia particular, bienvenido a la Ciudad del Apóstol.
